Los mallos son unas curiosas formaciones geológicas situadas en las sierras del Prepirineo oscense. El denominado Reino de los Mallos es un paraíso natural para montañeros, escaladores y amantes del turismo rural.
Lo de reino es una expresión literal y literaria. A finales del siglo XI existió un reino, fruto de la dote que el monarca Pedro I de Aragón entregó a su segunda esposa, doña Berta. Y literario por la grandiosidad de los mallos, como redondeados acantilados verticales.
Los mallos alcanzan los 300 metros de altura máxima y se caracterizan por sus grandes paredes verticales o incluso desplomadas, muy apreciadas para la práctica de la escalada.
Cada mallo tiene un nombre propio, cuyo origen procede en algunos del nombre de algunas casas, de su forma o color característico o en homenaje a personas, relacionadas o no con el mundo de la escalada. En el perímetro del reino se enclavan localidades de singular encanto como Riglos y Ayerbe.
Riglos, en el transcurso del río Gállego, ofrece la posibilidad de recorrer a pie los espectaculares mallos, que aquí alcanzan los 300 metros de altura. Su predominante color rojizo confiere un aspecto aún más espectacular a este paisaje, fenómeno único en Europa.
Ayerbe es una villa asentada al pie de una colina coronada por la ermita de San Miguel y los restos del castillo árabe de Los Muros. Es obligado degustar la finísima repostería que se realiza de forma artesanal en la villa.
Fuente: Guía Repsol. Rutas, mapas, restaurantes … ¡Planifica con nosotros tu viaje!
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